Hace algunos días salí a dar uno de mis paseos campestres. Tuve la suerte de disfrutar de un rato realmente agradable. La rodilla casi no me dolía, en el cielo despejado se empezaban a apreciar los tonos pastel del atardecer, hacia una temperatura ideal y en la vegetación se adivinaba la ya cercana primavera. Completaban el cuadro un buen número de mariposas blancas que volaban de aquí para allá…en fin, lo más cerca que se puede estar de un trocito de Paraiso en el urbanizado Aljarafe sevillano.
Al borde de sufrir el Síndrome de Stendhal se me vino a la mente una perturbadora idea: ¿con qué derecho un ser humano, por muy máximo mandatario que sea de un determinado país, pone en peligro tanta belleza? ¿con qué derecho tantos hombres, en nombre de sus intereses, han destruido la belleza existente en nuestra Madre? ¿con qué derecho hacen y deshacen, ponen y quitan, dan y niegan, deciden sobre la vida y la muerte de otros?.
Siempre han habido y, desgraciadamente seguirá habiendo, personas así. Algunos lo hacen a gran escala, otros a menor. Nunca los comprenderé. ¿Qué puede pasarles por la cabeza? ¿Qué los ha hecho ser así? ¿Qué grado de psicopatía alcanzan estas personas?.
Putin es el actual ejemplo de esta larga estirpe. Hace poco puso en alerta a las fuerzas nucleares rusas. Si las usa, él o cualquier país de los que las poseen, toda la belleza que hay en la faz de la tierra se irá a dormir el sueño de los justos un largo tiempo. ¿Quién es él para tomar esa decisión? ¿Con qué derecho?.. en fin…
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