El Cuento de la Criada (Margaret Atwood)


Impresiones: Me es muy difícil escribir sobre este libro después de haber visto la serie ya que la adaptación para la pequeña pantalla es muy fiel al original.

En la novela los personajes se presentan de forma diferente, sobre todo Serena Joy y el Comandante, que son mayores, lo que realmente cuadra más. Es lógico que personas que ocupan un alto puesto político no sean unos “jovenzuelos”, sobre todo en una teocracia conservadora.

En cuanto a la Criada. en la novela se muestra más sumisa, más dispuesta a aceptar su situación.  Lo que más echa de menos es sentir, amar y ser amada, precisamente lo que Gilead ha abolido, los sentimientos. Las personas ya no pueden amarse, el sexo se ha reducido al simple acto por el cual se perpetua la especie. Da igual si las personas que se unen se quieren o no, lo reducen a un acto puramente biológico. Me impresionó el pasaje en el que, en una de las noches de “scrable”, el Comandante le explica a la Criada como Gilead ha acabado con los superfluo, como se ha devuelto la “dignidad” a la mujer que ya no tiene que preocuparse por su aspecto, por estar en el “mercado”. Gilead te asigna un hombre, un semental, y listo…

Por cierto, ¡vaya gusto pésimo que tiene el Comandante cuando lleva a la Criada con las Jezabel! Ese episodio refleja la hipocresía propia de las dictaduras. Las élites prohíben todo a la población, pero ellos se reservan pequeños placeres. Hay ley seca, pero las Esposas beben en sus casas. eliminan las revistas, pero el Comandante tiene una buena cantidad, el sexo está prohibido, pero existen las Jezabel… Un detalle importante. El burdel de los Comandantes está en un antiguo hotel, un sitio que la Criada conocía ya que era donde se citaba con Luke. Por tanto, el hotel se convierte en el “símbolo del pecado”, el lugar donde, antes y después de Gilead, las parejas se juntaban para “pecar”. El hotel es un nexo de unión entre el “antes y el después”, un símbolo que une a ambas sociedades.

En Gilead hay televisión, lo “normal”… ¿Que díctadura renunciaría a un arma de propaganda tan poderosa como esa?
Curioso lo de los nombres de las tiendas. Todos aparecen asociados a una imagen.  Es la manera de identificarlos ya que se supone que las mujeres no saben leer.

En la novela no sabemos el nombre de los personajes principales. No sabemos quién es la Criada, ni quien el Comandante. Sin embargo, sí conocemos los de los personajes “secundarios”, y también lo de los personajes que solo viven en el recuerdo de la Criada.  ¿Por qué? El nombre singulariza, ¿por qué todos son singulares y la Criada y el Comandante no? ¿Es una manera de generalizar, de diluirse, de contar la misma historia de todas las Criadas y de todos los Comandantes?

El Epílogo merece una mención aparte. En esta parte final de la novela se reproduce la charla que un profesor universitario, en la que se trata el problema de la identidad de la Criada. Es un poco descorazonador saber que Gilead duró bastante tiempo y que fue lo suficientemente importante como para modificar mapas, sistemas políticos, etc.

En resumen, gran novela, muy inquietante, sobre todo si tenemos en cuenta que, según la autora, todo lo que pasa en la obra ya ha pasado en la realidad: la sumisión total de la mujer al hombre, las guerras de religión (la “guerra de las sectas”), la persecución del diferente (cristianos de otras confesiones, judíos, musulmanes, gays, lesbianas…), El Tren Metropolitano de las Mujeres, etc. Nada nuevo hay bajo el Sol.

 
Sinopsis:  Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.
En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.
 
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El Cuento de la Criada (Margaret Atwood) El Cuento de la Criada (Margaret Atwood) Reviewed by jomolo112 on octubre 31, 2018 Rating: 5

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