Me encanta el refranero popular. Contiene la sabiduría de siglos de experiencia, algo que cualquier persona minimamente inteligente no debería desdeñar.
Unos de mis dichos favoritos es "detrás vendrá quien bueno me hará". Desgraciadamente he tenido que usarlo varias veces y siempre en situaciones nada positivas. Últimamente lo he usado bastante refiriéndome al año 2021, que ha venido a suceder al annus horribilis 2020. Todos pusimos muchas esperanzas en esta nueva vuelta al Sol, pero las expectativas no se están cumpliendo. Solo llevamos veinte días de año y ya hemos tenido el incendio de una residencia de ancianos en Sevilla, el asalto al Capitolio de Washington, una tal Filomena que la ha liado parda en media España, una explosión de gas en una parroquia de Madrid, el suelo de Granada que no deja de moverse y, lo peor de todo, una pandemia que nos sigue golpeando bien duro... así que, por mucho que me fastidie, por ahora llamaré al 2021 "el año que hizo bueno al 2020".
* como también sé que la esperanza es lo último que se pierde, que no es como se empieza, sino como se termina y que bien está lo que bien acaba, le daré una oportunidad a 2021. Le queda casi un año para enderezarse. Tiempo al tiempo.
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